" - Este es tu tema, no porque lo merezcas sino porque está escrito para vos,
aun años antes de que ... bueno, vos sabés.
- Nunca lo dijiste.
- Es verdad."
No puedo escribirte, no son dignas las palabras para
hacerlo, no logran cumplir el objetivo, se confunden, es todo pensamiento. Es
una imagen, tu imagen, llena de palabras, pero solo eso. Lo que no entiendo es
que si amas tanto las palabras porque conmigo se te vuelven en contra, me las
ocultas, me las negas a toda costa.
Traicionera.
Me das juegos, la mano, un
abrazo pero lo volvés figurita si no lo nombras, si no me nombras, como estoy
ahí si no hay vos que me nombre, que me de algo más que el abrazo. A veces las
palabras…
Me dieron ganas de leer un poco de Pizarnik, me dieron ganas
de llorar y de irme a buscarte o buscarme. No hice ninguna de las tres cosas, me quedé refugiado en las palabras que vos tanto amas, pero que nunca te van a hacer
justicia. Sigo buscando tu imagen en ellas. Como si acaso fuera tan fácil
describir el abrazo.
Es claro, cualquiera entendería que un abrazo se da con el
movimiento tal, en cualquier parte del planeta abrazar, give a hugh… da igual,
pero eso no era un abrazo, eso eran toneladas de palabras sin decir, que se
chocaban unas contra otras, no eran brazos no era pecho, eran asquerosas y
cobardes palabras apelmazándose las unas contra las otras como burbujas por
reventar, como si acaso toda nuestra piel quisiese gritarlas pero nosotros no,
no señor, amamos tanto las palabras que las encerramos y no las escuchamos,
somos un poco sordos también.
Cobardes y sordos.
Amor, odio, felicidad,… locura. No hay más que palabras, que
puedo decirte o decirle a quien sea qué es el amor, con qué derecho le doy
cátedra a alguien de lo que es el amor o la felicidad, o lo que sea si ni yo lo
puedo describir, ni se si esto que esta acá es verdaderamente amor.
Algo
enfermo, doloroso y estimulante, locura, eso es también amor, volverse loco.
Porque de eso no nos hablaron nunca, de esto… de esto tan terrible de sentirte
enamorado y miserable a la vez, de amar y odiar a un mismo ser, de enamorarse
nuevamente, de volver a quebrarse y luego, tiempo después, tal vez volver a
sentirlo. Que pasa con aquellas palabras de para toda la vida, si después de
verte entré en un callejón sin salida, en la locura total, risa y llanto, mas
palabras, mas recuerdos.
Dame un poquito de voz, y de vos también. Necesito oírlo, no
me alcanza la palabra seca, necesito mi nombre en tu voz, lo que sea que
quieras pero vivo, en nuestro presente, más acá y no tan del lado de allá (porque sabemos bien que ahí jugamos y nos movemos como peces en el agua, pero acá... somos tan pobres de sentido...).
Y te exijo que me lo grites, que vengas a mi puerta y me lo escupas en la cara,
para yo poder decirlo, porque soy cobarde y estoy perdido. Dejé que te fueras (y digo dejé como
si en algún momento hubiese existido la mínima chance de que te quedes), pero
sí, dejé que te fueras sin jugar las cartas, me fui al mazo, no logre nada y
AHORA, me vuelvo loco.
Espero tu llamada que no va a llegar porque vaya a saber uno dónde estas,
espero verte pasar por la esquina con tu bolso, a toda máquina por tus miles de cosas para hacer, con tu estructuralismo bien marcado, caminante meticulosa.
Estoy perdido.
Cobarde, cobarde y solo...